1. La mediación un lugar de
encuentro
Estas
reflexiones, bajo el título de “El Espíritu de la Mediación” aunque igualmente
le cabe el de “La mística de la Mediación”, pretenden llevar al lector a un
lugar de encuentro entre perspectivas en el que compartir en torno de la Mediación.
Compartir cuestiones relacionadas con la mediación en su consideración de
instituto jurídico que surge para dar respuesta cabal a la necesidad humana de
solución del conflicto; más también y sobre todo, dirigirnos a un lugar desde
el que, juntos, tomar conciencia de la posibilidad de trascender la propia topografía
de nuestras instituciones jurídicas, de aquello que en un momento dado llamamos
realización humana, obra humana y que, por superficial o más aparente, se nos
hace más perceptible y tangible a nuestros sentidos que aquello invisible de lo
que dimanan. En otras palabras, es una invitación a tratar de ver más allá del
problema de la justicia y de las instituciones que venimos creando, ver más allá de lo que constituye la mera
apariencia de lo particular –cualquier instituto jurídico- y adentrarnos de la
mano de la Mediación en la comprensión profunda de la Justicia, de lo Universal.
Quieren
entroncar, pues, estas líneas con el aspecto superior del que se nutre toda la
obra de creación jurídica, con el espíritu de la norma y con el Espíritu de lo
que trae la norma a nuestras vidas. Y desde el Espíritu mirar.
La
mediación puede ser contemplada y valorada desde múltiples perspectivas. Así lo
afirma la física cuántica del mundo micro cósmico en el que lo observado está
en función del observador, más también nos asiste a este fin, para predicar
igual principio en lo macro, la sencilla y atenta observación de la naturaleza
y de cuanto ocurre en ella. Nada escapa a esta realidad nuestra, a este universo
dual en el que la comprensión no puede adquirirse con moneda de una sola cara. Algunas
perspectivas no le darán ni atención ni la importancia que merece, tampoco les
corresponderá ese papel, ni creo que se les deba tener en cuenta. Cumple, sin
embargo, a quienes han vislumbrado o intuido el valor de este instituto la
tarea de su promoción, de su comprensión profunda para, en última instancia,
contribuir a su más completa emergencia e implantación en nuestra sociedad. Aún
a riesgo de parecer utópico, en un tiempo en el que la lejanía depende de
nosotros la mediación como fórmula de solución de conflictos dejará de ser
alternativa y se impondrá como natural consecuencia de un evolucionar de la
conciencia del ser humano.
Evolución,
relación, conflicto podrían ser términos sinónimos si los conjugamos en la
esfera de otros como revelación, integración y vida. Quiero con este análisis,
desde mi particular perspectiva traer a la conciencia la ineludible
interconexión entre (i) el agente de los procesos vitales, (ii) la mediación
como instrumento particular de atención, abordaje y solución de sus conflictos,
y (iii) el espíritu del que tanto agente como su obra –incluido el conflicto-
son natural expresión.
Si a tal fin sirven estas
letras como grano de arena que sume al natural desenvolvimiento de nuestra
condición, y si la Mediación es algo mejor entendida o, cuando menos, quede un
poso a modo de semilla, escritas queden en comunión con todas las que desde
cualquier perspectiva tuvieren a bien convenir o discrepar. Ir a 2 de 10
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