viernes, 14 de noviembre de 2014

El Espíritu de la Mediación - La mediación un lugar de encuentro (1 de 10)


EL ESPÍRITU DE LA MEDIACIÓN

1. La mediación un lugar de encuentro
Estas reflexiones, bajo el título de “El Espíritu de la Mediación” aunque igualmente le cabe el de “La mística de la Mediación”, pretenden llevar al lector a un lugar de encuentro entre perspectivas en el que compartir en torno de la Mediación. Compartir cuestiones relacionadas con la mediación en su consideración de instituto jurídico que surge para dar respuesta cabal a la necesidad humana de solución del conflicto; más también y sobre todo, dirigirnos a un lugar desde el que, juntos, tomar conciencia de la posibilidad de trascender la propia topografía de nuestras instituciones jurídicas, de aquello que en un momento dado llamamos realización humana, obra humana y que, por superficial o más aparente, se nos hace más perceptible y tangible a nuestros sentidos que aquello invisible de lo que dimanan. En otras palabras, es una invitación a tratar de ver más allá del problema de la justicia y de las instituciones que venimos creando, ver  más allá de lo que constituye la mera apariencia de lo particular –cualquier instituto jurídico- y adentrarnos de la mano de la Mediación en la comprensión profunda de la Justicia, de lo Universal.
Quieren entroncar, pues, estas líneas con el aspecto superior del que se nutre toda la obra de creación jurídica, con el espíritu de la norma y con el Espíritu de lo que trae la norma a nuestras vidas. Y desde el Espíritu mirar.
La mediación puede ser contemplada y valorada desde múltiples perspectivas. Así lo afirma la física cuántica del mundo micro cósmico en el que lo observado está en función del observador, más también nos asiste a este fin, para predicar igual principio en lo macro, la sencilla y atenta observación de la naturaleza y de cuanto ocurre en ella. Nada escapa a esta realidad nuestra, a este universo dual en el que la comprensión no puede adquirirse con moneda de una sola cara. Algunas perspectivas no le darán ni atención ni la importancia que merece, tampoco les corresponderá ese papel, ni creo que se les deba tener en cuenta. Cumple, sin embargo, a quienes han vislumbrado o intuido el valor de este instituto la tarea de su promoción, de su comprensión profunda para, en última instancia, contribuir a su más completa emergencia e implantación en nuestra sociedad. Aún a riesgo de parecer utópico, en un tiempo en el que la lejanía depende de nosotros la mediación como fórmula de solución de conflictos dejará de ser alternativa y se impondrá como natural consecuencia de un evolucionar de la conciencia del ser humano.
Evolución, relación, conflicto podrían ser términos sinónimos si los conjugamos en la esfera de otros como revelación, integración y vida. Quiero con este análisis, desde mi particular perspectiva traer a la conciencia la ineludible interconexión entre (i) el agente de los procesos vitales, (ii) la mediación como instrumento particular de atención, abordaje y solución de sus conflictos, y (iii) el espíritu del que tanto agente como su obra –incluido el conflicto- son natural expresión.
Si a tal fin sirven estas letras como grano de arena que sume al natural desenvolvimiento de nuestra condición, y si la Mediación es algo mejor entendida o, cuando menos, quede un poso a modo de semilla, escritas queden en comunión con todas las que desde cualquier perspectiva tuvieren a bien convenir o discrepar. 

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