viernes, 21 de noviembre de 2014

El Espíritu de la Mediación - Apuntando prácticas conscientes (8 de 10)


EL ESPÍRITU DE LA MEDIACIÓN
2.3 Apuntando prácticas conscientes


“La perla”, “el tesoro escondido”, “la vid y los sarmientos”, “el hijo pródigo” bien merecen sus parábolas, y si el gozo y la armonía son el fin al que las historias convidan bien valdría la pena asistir a tal banquete e investigar y constituirse uno en laboratorio de sí mismo, al acecho, abrazo y encuentro de este punto medio donde la ecuación desvela los rigores que anudan cada pregunta y su simétrica respuesta.

En la práctica, no se trata de hacer más leyes sino de que Aquella de la que dimanan todas: El amor, se observe, y que nuestras creaciones sean fruto de nuestras observaciones desde el Amor. Es la observación del Amor y desde el Amor que Somos lo que promoverá todo cambio esperado. Esto implica que sólo vale la autorreferencia, el compromiso sincero y genuino de uno mismo consigo y con el anhelo de la realización del Propósito último en que se asienta la Justicia. Esta decisión personal, voluntaria nos afecta a todos, bien como mediados bien como mediadores, bien como otros agentes que puedan intervenir en el proceso de realización de la Justicia. Esta metanoia, tránsito del hombre transitorio al hombre eterno no es cosa que se resuma en lo interno sino que ha de explicitarse en lo externo. La profesión de jurista, en su amplia concepción, como la labor mediadora son, como todo oficio prestado desde el corazón, la puerta de entrada a esta Lógica de la Unidad.
La mediación, quiero enfatizar, está siendo definida y conformada con criterios de amplia y profunda coherencia interna, esto es, que tienden no tanto a la solución ordinaria del conflicto sino, además, a favorecer que las partes penetren en las causas del conflicto para su superación definitiva, lo que no es otra cosa que Realización del Ser. La diferencia podría estar entre seguir viviendo el hombre transitorio en sus experiencias repetitivas o, retornando a la Esencia, ganar el estado de hombre eterno, en el que cada acción es nueva, creativa y responde al Propósito Mayor. Esta conexión entre lo interno y externo cambia la perspectiva permitiendo que la Justica encarne en nuestras pequeñas justicias. 

Se adivinan y descubren impresos en la mediación muchos de los principios y códigos propios del proceso del despertar espiritual. Ello es debido a la capacidad de sintonizar del ser humano con lo profundo, de sincronizar observaciones con esa Esencia que dicta los Principia Iuris. El llamado no es otro que la realización consciente de este Espíritu del Derecho en la aplicación práctica, profesional, diaria, cotidiana de la mediación, del proceso, en todo lo concerniente a su desarrollo, en la relación con las partes, en la promoción del instituto jurídico, en fin, en todo a lo que a tal necesidad propende. Aquí mi exhortación: que no quede el mediador desligado de los principios que informan la norma. La invitación mayor pide también un sorbo más:  beber de los manaderos esenciales de ésta, de La Ley, el convite es a Ser Mediador. 

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