domingo, 15 de febrero de 2015

Sinceridad, perseverancia y buen humor

Esta invitación si la aceptas con sinceridad, perseverancia y buen humor te llevará a Ser consciente del Sujeto que está detrás de cada experiencia y a vivir desde allí.

La Vida no nos exige que seamos de una forma determinada. La Vida Es. La cuestión es saber que nosotros somos intrínsecamente Vida, parte inseparable de la Vida y que, por tanto, podemos adoptar cualquier forma, podemos elegir cualquier camino. La forma es expresión de la Vida vivida más o menos conscientemente, esto es, desde un saber qué sentido tiene cada acto en nuestra vida o desde un ir viviendo a remolque da las situaciones que se presenten, sean estas calificadas por nosotros de buenas o malas. La Vida no nos exige formas concretas, pero nosotros hemos de situarnos de frente a la Vida y entender cuál es el engarce entre la forma y la energía que nutre y da apariencia a la forma. En esta comprensión de la Vida y del vivir, la sinceridad es piedra de toque, es simplemente "vital", valga la expresión, es básica y fundamental. No existen recetas que dar, más bien sugerencias e invitaciones que estarán inevitablemente en la banda de frecuencia de aquel que eventualmente comparta intereses comunes con nosotros. ¿Qué es lo importante para cada cual, en cada momento? ¿Lo que es importante para nosotros es algo cambiante en el tiempo? ¿Donde ponemos nuestra atención?
La respuesta que podamos dar a estas cuestiones sólo precisa de una condición: sinceridad. 
Todo lo que no encierre sinceridad es un rumbo en conflicto con nosotros mismos, a contracorriente con la Vida y con lo que Ésta nos pone por delante cada mañana y cada instante de cada día. Hemos de poder discernir que la orografía del territorio a reconocer y descubrir es variada y que demandará de nosotros, en cada caso, unas habilidades o recursos específicos con los que hacer frente al sendero de la Vida. Y en tal sentido, el ser humano es al tiempo el viajero y las distintas partes del territorio a reconocer. Quién no se conoce a sí mismo como personalidad física, emocional y mental, quién no integra estos aspectos del ser humano y los hace funcionar armónicamente no podrá reconocer esa otra parte de Su territorio y naturaleza que es parte de su Territorio profundo y elevado,  de esa parte de sí mismo que llamamos espíritu. Hemos de entender que si tenemos problemas o dificultades en la vida cotidiana, en nuestras relaciones, en la esfera psicológica en definitiva, hemos de entender que todas estas experiencias vitales requieren su abordaje en su propio territorio, sin que otras zonas del territorio que llamamos "lo espiritual" puedan constituir una huida, un subterfugio o una ilusión que nos lleve a escapar de la respuesta que lo psicológico demanda en nosotros. No se trata de discutir ni argumentar que como ya se dijera lo espiritual es materia en grado sutil y la materia espíritu en grado denso; no se trata de negar o afirmar esta cuestión. Se trata de entender que en la montaña rigen una leyes y en el mar otras, que cada parte del territorio demanda toda nuestra atención si queremos hacer una cumbre o si queremos hacer una travesía oceánica. Y esta atención requiere de máxima sinceridad, porque lo llamado espiritual no es remedio ni cura para lo psicológico, no lo es para el desorden ni la inarmonía. En la vivencia de lo espiritual no se experimenta el conflicto, éste ya quedó trascendido porque el conflicto es la experiencia del tiempo. Lo espiritual es la perspectiva unitaria donde el tiempo es sólo un presente desde el que se observa de manera desidentificada y en el que cada instante es vivido con atención soberana. Esta atención soberana al presente que no es desconsuelo del pasado ni teme al futuro es puerta de entrada al reino llamado espiritual. Esta atención total, otorga al ser humano la herramienta para dar respuesta a cada circunstancia de la vida, sin pretender cambiarla, sabiendo que lo mudable y efímero es parte del fluir inexorable. Si queremos vivir los estados superiores de conciencia que promete el reino espiritual hemos de vivir atentamente cada instante abordando el paso a paso de lo más llano y sencillo que la Vida proponga en cada circunstancia y recodo del camino.


A esta sinceridad han de acompañarle la perseverancia y el buen humor. La perseverancia porque es el termómetro de nuestro interés y afecto a nuestra realidad no importa si elevada o no. Y si existe perseverancia y buen humor ello denotará que la certeza que viene de la mano de la humildad se instaló en nosotros y que ya hemos entendido que no hay que llegar a ningún lugar porque la Realidad ya Es y nosotros somos inseparables de la Vida mayor, en la que como  Sujeto vivimos, nos movemos y tenemos el Ser. Esta Realidad no tiene sentido que la convirtamos en un reto porque sería tanto como aceptar que no amamos nuestrro presente. No hay reto en el Ser ni expectativa de un futuro que no existe.

Sigue el hilo a "Existe una solución"

2 comentarios: