La respuesta que podamos dar a estas cuestiones sólo precisa de una condición: sinceridad.
Todo lo que no encierre sinceridad es un rumbo en conflicto con nosotros mismos, a contracorriente con la Vida y con lo que Ésta nos pone por delante cada mañana y cada instante de cada día. Hemos de poder discernir que la orografía del territorio a reconocer y descubrir es variada y que demandará de nosotros, en cada caso, unas habilidades o recursos específicos con los que hacer frente al sendero de la Vida. Y en tal sentido, el ser humano es al tiempo el viajero y las distintas partes del territorio a reconocer. Quién no se conoce a sí mismo como personalidad física, emocional y mental, quién no integra estos aspectos del ser humano y los hace funcionar armónicamente no podrá reconocer esa otra parte de Su territorio y naturaleza que es parte de su Territorio profundo y elevado, de esa parte de sí mismo que llamamos espíritu. Hemos de entender que si tenemos problemas o dificultades en la vida cotidiana, en nuestras relaciones, en la esfera psicológica en definitiva, hemos de entender que todas estas experiencias vitales requieren su abordaje en su propio territorio, sin que otras zonas del territorio que llamamos "lo espiritual" puedan constituir una huida, un subterfugio o una ilusión que nos lleve a escapar de la respuesta que lo psicológico demanda en nosotros. No se trata de discutir ni argumentar que como ya se dijera lo espiritual es materia en grado sutil y la materia espíritu en grado denso; no se trata de negar o afirmar esta cuestión. Se trata de entender que en la montaña rigen una leyes y en el mar otras, que cada parte del territorio demanda toda nuestra atención si queremos hacer una cumbre o si queremos hacer una travesía oceánica. Y esta atención requiere de máxima sinceridad, porque lo llamado espiritual no es remedio ni cura para lo psicológico, no lo es para el desorden ni la inarmonía. En la vivencia de lo espiritual no se experimenta el conflicto, éste ya quedó trascendido porque el conflicto es la experiencia del tiempo. Lo espiritual es la perspectiva unitaria donde el tiempo es sólo un presente desde el que se observa de manera desidentificada y en el que cada instante es vivido con atención soberana. Esta atención soberana al presente que no es desconsuelo del pasado ni teme al futuro es puerta de entrada al reino llamado espiritual. Esta atención total, otorga al ser humano la herramienta para dar respuesta a cada circunstancia de la vida, sin pretender cambiarla, sabiendo que lo mudable y efímero es parte del fluir inexorable. Si queremos vivir los estados superiores de conciencia que promete el reino espiritual hemos de vivir atentamente cada instante abordando el paso a paso de lo más llano y sencillo que la Vida proponga en cada circunstancia y recodo del camino.
A esta sinceridad han de acompañarle la perseverancia y el buen humor. La perseverancia porque es el termómetro de nuestro interés y afecto a nuestra realidad no importa si elevada o no. Y si existe perseverancia y buen humor ello denotará que la certeza que viene de la mano de la humildad se instaló en nosotros y que ya hemos entendido que no hay que llegar a ningún lugar porque la Realidad ya Es y nosotros somos inseparables de la Vida mayor, en la que como Sujeto vivimos, nos movemos y tenemos el Ser. Esta Realidad no tiene sentido que la convirtamos en un reto porque sería tanto como aceptar que no amamos nuestrro presente. No hay reto en el Ser ni expectativa de un futuro que no existe.
Sigue el hilo a "Existe una solución"
GRACIAS
ResponderEliminarEste texto inspira lo que pone en el título
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