miércoles, 26 de noviembre de 2014

Investigación sincera: un viaje al Centro del Ser



Es una invitación a la investigación sincera que no se contenta con el particular punto de vista y que, por tanto, nos constituye en Investigadores dispuestos y comprometidos a mirar sin crítica, sin juicio ni prejuicio, sin sentencia ni condena. 
Si todavía no te has aburrido y te pica la curiosidad de a dónde nos conducirá ese hilo dorado de propósito al que aludía en el anterior post, es señal de que no has apagado la llama que nos alienta a la comprensión. Sigue vivo en ti el investigador que somos todos en un afán común por alcanzar un bien común. Si estás dispuesto a comprobar en la probeta de tu propia vida, a verificar en el crisol de tu propia iniciación, que ese Bien común es algo indivisible, tan tuyo como mío, como de todos, estás de enhorabuena. Hay en la mente una frontera entre un bien personal, un bien común y un Bien que todos los bienes trasciende. Hay en nuestras mentes muchos paisajes que mirar, más todos por la Belleza prendados. Es tan sólo cuestión de mirar con perspectiva. ¿Desde qué atalaya miramos? ¿Con qué percibimos? Y sobre todo ¿Quién esta subido a la atalaya? ¿Quién percibe? Nuestros sentidos ordinarios nos circunscriben a un entorno de vida que es un Estado de Conciencia en el que caben todos los posibles estados de conciencia, todas las posibles miradas.

Cada uno de nosotros transitamos por un sendero de aprendizaje cuyo paisaje es cambiante, todo fluye, nada permanece… salvo el Viajero que repara y observa. La mirada individual sólo se expande y es mirada completa cuando no distingue entre miradas, cuando se gana la libertad de mirar el paisaje sin querer arraigo en su belleza, sin querer poseer su lozanía, sin pretensión de ocultar su tesoro escondido. No queramos encadenarnos al paisaje de nuestras situaciones de vida. Son todas y cada una importantes y ninguna exclusiva, todas efímeras. Se dan la mano unas a otras como el instante al instante. Sintámonos libres de explorar cada una sin la condición del pasado. Si miro desde el pasado en el pasado me encuentro. Si miro al futuro me pierdo el regalo de la Vida, que se manifiesta en presente. Mirar esta sencilla cuestión y entender quién mira confiere una de las sencillas llaves que abren puertas de estadios mayores, de reinos elevados, de estados de conciencia que son no sólo accesibles sino destino inevitable para el investigador sincero. Accesibles para quien ya advirtió que errar es algo común, que error es sólo modo de hacer limitado,  un modo de sentir limitado, un modo de pensar limitado. Hay reinos de plenitud, aquí y ahora, accesibles para quien aceptó y asumió que la derrota es la antesala del triunfo, y que nada ni nadie es desdeñable, para quien comprendió que nunca hubo derrota ni triunfo. Hay una escala que nos eleva peldaño a peldaño con cada mirar sincero, con cada mirar sin dueño, con cada mirar risueño, con cada mirar sin peso. Sí, se trata de un mirar ligero, sencillo, sin rastro de juicios ni prisioneros, sin sentencias ni reos. Se trata de un mirar que no condena. Nada tan sencillo como un mirar sin suelo. Sin suelo, sin fronteras, sin fronteras, sin fronteras… El viaje al Centro del Ser, es la propuesta. Seamos viajeros sin fronteras. 

Continúa el hilo a respetar todos los puntos de vista (el respeto y el amor son ineludibles)

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